jueves, 26 de febrero de 2015

Oficina Salitrera Chacabuco

 La Oficina Salitrera Chacabuco: la pobreza del abandono, la riqueza de la memoria.

Desde hace varios años, recorro, miro, observo y siento el desierto como mi lugar en el mundo. Lo percibo como un sitio de paz y armonía, aunque la crudeza del clima haga que la mayoría de la gente lo sienta como un lugar hostil.   A través de estas ideas y venidas, he ido comprendiendo la lógica, la dinámica y sobre todo, he podido establecer lazos y relaciones con los pobladores que pueblan la vastedad del desierto. Ellos me han regalado valiosas horas de su tiempo, permitiéndome entablar un diálogo que hace posible intentar comprender la lógica de las personas  y  de las comunidades que habitan el desierto más seco del mundo.
Salitrera Chacabuco. Camión abandonado
Foto archivo propio

Las regiones del norte, tienen grandes riquezas y si bien la minería se desarrolla de manera diacrónica y sincrónica  desde  la época precolombina, hubo una rama de esta industria que, aunque duró relativamente poco – alrededor de 60 años-  tuvo la capacidad de transformar el paisaje desértico de una manera hasta ese momento nunca visto y fue capaz de movilizar a miles de personas: el salitre.
 
No es mi intención en este espacio intentar describir la vida en las salitreras ni el proceso industrial en sí mismo, sino más bien, reflexionar a partir de los vestigios que se encuentran en el paisaje del desierto, rompiendo un poco la “monotonía de miles de kilómetros monocromos”. Hace dos meses, tuve la suerte de poder visitar la Salitrera Chacabuco, situada en Antofagasta, y aunque tiene un enorme y natural encanto por el solo hecho de existir en el medio del desierto, sentí una profunda necesidad de conocer de Chacabuco y también de otras salitreras, sobre todo porque no deja de sorprenderme la capacidad del ser humano para construir, destruir y abandonar, sin mirar atrás… y en el camino transformar vidas, mentalidades, percepciones de una manera muy profunda. Tan profunda que 60 años de explotación han marcado el devenir de estas regiones.


En la pampa salitrera, se encontraban yacimientos de enorme extensión,  con una elevada ley y una relativa accesibilidad, que le dieron al país un monopolio natural por cuatro décadas.
La explotación del salitre se caracterizó por su orientación pre-moderna basada en unidades productivas dispersas y de baja tecnología; asimismo la técnica de elaboración del salitre, fue variando hasta que se consolidó un sistema llamado “Shanks”.  La tecnología Shanks trajo consigo también un tipo específico de organización del trabajo, adaptada a las faenas del nitrato y al desierto salitrero, una forma específica de organización de los campamentos y una vida cotidiana más bien comunitaria, podríamos decir de reciprocidad y  solidaridad, ya que la características particulares de estos campamentos, crean un tipo de sociedad y de cultura particular, en donde se engloba todo, desde la organización del trabajo, la economía,  las relaciones interpersonales, y todo lo que lleva a la creación del “ser pampino” . Una construcción desde el salitre, para el salitre y por el salitre.



La Importancia de la Oficina Salitrera Chacabuco
 
La Oficina Salitrera Chacabuco fue una Oficina mediana, construida entre 1922 y 1924, sobre los terrenos de la Ex Oficina Salitrera Lastenia. La producción comenzó en 1924 y se mantuvo hasta 1940. La Oficina limitaba hacia el Noroeste con la Oficina “Aurelia”,  Norte con Oficina  “Cecilia”, al Noreste con la Oficina  “José Santos Ossa”, al Sur con la Oficina “Blanco Encalada” y al Sudoeste con la Oficina “Francisco Puelma”, todas pertenecientes al Cantón  Central, conocido como el Cantón Bolivia[1]  La  “Oficina Chacabuco” se encuentra a unos 115 kilómetros de Calama.  El Cantón Bolivia no se llamó así por la cantidad de trabajadores de esa nacionalidad, sino que guarda relación con que el tren que pasaba por esa zona, llegaba hasta Bolivia.

La idea era levantar una oficina de 26 hectáreas para la explotación de caliche, para la producción de 15 mil toneladas métricas de salitre bajo el sistema de producción Shanks (fue la última oficina salitrera con este sistema de producción). El recinto poseía un núcleo productivo y otro urbano, con todas las comodidades para atender a una población que llegó a 5.000 personas.
Chacabuco cerró definitivamente sus puertas en 1940  y en 1945 comenzó su desmantelamiento tras la infructuosa espera por parte de Lautaro Nitrate Co. por la reactivación industrial del salitre. En 1968 la oficina fue vendida a la Sociedad Química y Minera de Chile  (SOQUIMICH), hoy conocida como SQM.

La Oficina Chacabuco fue declarada Monumento Nacional, e inscrita en el Registro de Monumentos Nacionales con el  Nº68, por decreto del Ministerio de Educación Público de Chile Nº1749 de fecha 26 Junio 1971,  en la categoría de Monumento Histórico, como una forma de preservar el testimonio de lo que fue el desarrollo industrial del salitre en Chile y el modo de vida de la época. A raíz de esta declaratoria entre los años 1971 y 1973 se realizaron algunos trabajos orientados a la restauración, conservación, ordenamiento y limpieza del lugar, con el objeto de transformarlo en un Museo de Sitio, Centro de Estudios y Registros, lo que no llegó nunca a concretarse pues este lugar, luego del Golpe de Estado de Septiembre de 1973, fue utilizado por las Fuerzas Armadas como lugar de detención y Campo de Prisioneros Políticos hasta 1974.

El Campo de Prisioneros Chacabuco fue utilizado desde principios de noviembre de 1973, hasta abril de 1975, con  más de 1.000 presos políticos. Este Campamento era sólo de hombres. El sector de prisioneros fue delimitado con alambradas de púas, minas antipersonales y torres de vigilancia con personal armado. Como recuerdas Jorge Montealegre, preso en Chacabuco” El sector alambrado, que fue donde vivimos y penamos, tenía más o menos seis cuadras de largo y tres de ancho. Había pabellones para obreros y para los empleados. Todas eran casas pareadas, de adobes y techos de calamina. Durante el día, cada casa era un horno y de noche, una nevera. Cuando llegamos ninguna casa tenía puertas ni ventanas. Les habían clavado arpilleras, que el viento las sacudía a su antojo. Se improvisaron dos grandes letrinas, con duchas y lavatorios. Los servicios higiénicos eran dos o tres grandes acequias con tablones encima para solo poner los pies.”[2] En el 2014 se cumplieron 40 años desde el cierre de este Campo de Prisioneros, una memoria que debe tutelarse.

Mural realizado por los presos políticos
Foto archivo personal
 

El valor histórico que tiene este lugar se merece, sin lugar a dudas preservación, conservación y difusión. Aun cuando este sitio histórico ha sido declarado monumento Nacional, la verdad es que no se ve que haya habido intervenciones concretas que permitan pensar en la preservación de los diferentes sectores que conforman este campamento, más bien da la sensación de que hay un efecto dominó, en donde se van cayendo, uno a uno los muros que albergan tantas historias y  tanta memoria.


Zona industrial
Fuente: museo de antofagasta


Bodegones Salitrera Chacabuco
Fuente:http://luisemiliorecabarren.cl/?q=node/89/
Vista de la Chimenea
Foto archivo propio



Cercando el desierto

Las consecuencias en el paisaje que tuvo la instalación de esta industria fueron enormes.
 El desierto se vuelve un lugar habitado y los paisajes van cambiando drásticamente. Se configura el espacio urbano de las oficinas salitreras en el desierto de Atacama, se produce una inmigración de hombres y mujeres no solo desde otras regiones sino desde otros países, y alrededor de la industria van tomando forma los diferentes ramales del tren que conforman una verdadera maraña de vías, todas dispuestas para facilitar la salida del salitre desde el desierto hasta los puertos donde se trasladaba a Europa o a China[3].

 En torno a sus faenas se asentaron los trabajadores junto con sus familias, se instalaron fábricas, maestranzas y talleres. Las salitreras se fueron construyendo como verdaderas ciudades en donde vivían cientos y miles de personas.  Lo fascinante de esto, es que en el medio de la vastedad del desierto, surgen estos pueblos  amurallados, perfectamente limitados, es una ciudad que está hecha a medida, calculada metro por metro.

Así, la estructura de la salitrera en sí misma, se repite en cada Oficina , una y otra vez, además de la infraestructura industrial, se construyen dentro de estos muros edificios que satisfacen algunos servicios  de salud como el policlínico,  y otros que proveen entretención como el teatro y biógrafo. La plaza era un lugar significativo de encuentro, y no podía faltar la iglesia, que generalmente contaba con un cura residiendo en la misma salitrera.
En Chacabuco había Servicios Administrativos y Recreativos para los Trabajadores: Existía una sección de Bienestar Social que atendía todos los problemas y trámites legales de los trabajadores y sus familias, Servicio Médico con Hospital y Maternidad de atención gratuita con entrega de medicamentos, un Teatro en donde funcionaban periódicamente Compañías de Teatro y Biógrafo y anexo al Teatro había una gran sala Filarmónica y una Biblioteca. También había una Iglesia católica construida en madera, Cuartel de Carabineros, Gimnasio con sala para practicar boxeo, dos Canchas de Fútbol y Clubes Sociales Deportivos que inducían a la práctica de diversos deportes tales como Atletismo, Fútbol, Básquetbol, Box, Ciclismo y Tenis.



A simple vista, todo estaba hecho para generar las condiciones de vida propicias para que la rueda siga girando.  Lo engañoso de estas realidades es que en el policlínico nacen los mismos niños que el día de mañana a temprana edad serán loncheros, herramenteros, matasapos, y quienes luego aprenderán los oficios concernientes a la industria, se casaran con la vecina de toda la vida quienes trabajaron de empaquetadoras en la pulpería o libreteras cuando niñas y  tendrán a sus hijos en el mismo policlínico donde nacieron ellos. Y todo intramuros.



Niños en Sector de casas de trabajadores
Fuente: Memoria Chilena

Detalle paredes Sector casa de trabajadores
Foto Archivo personal

Vista casas sector de trabajadores
Foto archivo personal


Si bien existían varios servicios que suponen una mejor calidad de vida, existen ciertos indicadores que terminan despejando las dudas sobre la buena voluntad de los administradores y los dueños. Como por ejemplo, la pulpería.
La pulpería fue un gran invento: todo lo que el trabajador necesitaba –o el patrón consideraba que necesitaba- se encontraba en ese mega almacén[4], en donde la gente compraba desde la harina, el aceite y el pan, hasta telas para confeccionar ropa, cremas, artículos de perfumería, vajilla, etc., aunque los precios siempre eran más elevados, debido a que estaban forzados a comprar ahí, pues, lo curiosamente bien estudiado del sistema era que el trabajador ganaba en  “ficha-salario”[5], y esas fichas, solo podían ser gastadas en esa pulpería… que era propiedad del mismo patrón –la misma administración- que le pagaba el mismo  salario en las mismas fichas para pagar en la misma pulpería… y así infinitamente…. Hasta que el trabajador se revelaba o moría en la obediencia. Pero el tema de las pulperías… eso es otro cuento… que tendremos que ver más adelante, pues es muy interesante (e indignante… e ilegal.)

La ley que prohibía el pago con ficha-salario  se promulgó en 1924, año de inicio de la construcción de Chacabuco, por lo que no se llegó a utilizar este sistema, donde sí se utilizó fue en la Oficina Lastenia, que venía funcionando desde principios de siglo XX.


Pulpería de Salitrera María Elena
Fuente: http://chajurdo.blogspot.com/

Pulpería Salitrera Humberstone
Fuente:http://chajurdo.blogspot.com/

Pulperia Salitrera Chacabuco, Sección amasijo. 15 de Agosto  de 1924
Fuente: http://elteterapampino.cl




Se constata una concordancia entre la arquitectura de las casas y habitaciones donde vivían estas personas y los puestos que ocupaban. Esto es  la modelación del individuo, la imposibilidad de cualquier tipo de movilidad social, determinado desde la arquitectura de los barrios, ya que operaban los campamentos americanos: La casa del Administrador, las casas para empleados de la administración y finalmente el  campamento de obreros.  Los patrones con sus canchas de tenis, y piscinas, espacios verdes, grandes árboles y una vista privilegiada. Los trabajadores repartidos  en sus respectivas cajas de zapatos: empleados administrativos en un sector, trabajadores solteros en otro sector y trabajadores casados con su familia en un tercer sector.  En terreno, al caminar por las calles desiertas de cualquier salitrera, se  puede sentir que una casa es cualquier casa, hay una homogeneidad que impersonaliza cualquier intento por sobresalir de esas paredes. Es raro decirlo pero parecen las barracas de los presos en las películas antiguas, lo cual no deja de ser bastante gráfico.




Vista actual de la pulperia ( restaurada)
Foto archivo personal


Vista actual de la pulperia
Foto archivo personal







En Chacabuco el Campamento constaba de : 

1 Edificio "Chalet" para residencia del administrador
1 Edificio Rancho para residencia de los empleados solteros con 26 habitaciones, amplio comedor, salón de billares, Sala de Lectura, etc.
13 Casas estilo chalet para empleados superiores
1 Edificio estilo chalet para casa de huéspedes
323 casas de adobes de 2 piezas
287 casas de adobes de 3 piezas
38 casas de adobes de 4 piezas
12 casas de adobes de 6 piezas
46 casas para empleados de 3 y 4 piezas dotadas de baño, W.C. y alcantarillado
250 piezas para trabajadores solteros[7]


Chimenea  en el living de la casa del administrador
Foto archivo personal


Viviendas de trabajadores
Foto archivo personal


 
Las calles tenían nombres como: Tacna, Tarapacá, Antofagasta, Atacama, Coquimbo, Aconcagua, Valparaíso, y Colchagua, Carrera, O´Higgins, Cochrane, Serrano, Aldea, Uribe, Portales, Bulnes, Linch y Zenteno[8].  
Además de estas casas para albergar al personal, la Oficina contaba con:

1 bloque edificio (hormigón y ladrillo) para: Bodega, escritorio, maestranza, y calderería;
1 edificio para la pulpería (ladrillo y adobe)
1 edificio de bodega
1 edificio uso de teatro, con 750 cuadrados, 3 pisos, de una capacidad para  700 espectadores (adobe y hormigón)
1 edificio para filarmónica (adobe y hormigón)
1 edificio escuela
1 edificio de casa yodo (madera)
1 edificio sección mercado
1 edificio sección corral
1 edificio Hotel
1 edificio hospital (adobe y concreto)
1 edificio iglesia (adobe y madera)
 1 edificio baños públicos (concreto)


Hospital y maternidad
Foto archivo personal



Vista general de las oficinas y administración
Foto archivo personal


 
Ahora bien, si uno es un poco ingenuo, o incrédulo, podría pensar que en estos intramuros, la gente lo tenía todo, pero no esto dista de ser así.  En 1933  Alejandro Lopetegui, escribió un folleto (así lo denomina él mismo) en donde da cuenta al Intendente de Antofagasta las crudas condiciones de los obreros, sus hogares -por los cuales se descuenta del sueldo un arriendo-  sin luz eléctrica ni baño, teniendo que comprar el agua que beben o  viviendo  con la comida racionada. No se sabe hasta qué punto, estas condiciones hubiesen mejorado si el negocio del salitre hubiese seguido siendo tan rentable como antes. Lo que sí es efectivo que en muchas ocasiones hubo revueltas y huelgas que fueron apagadas a punta de fusil, ya que en esa época era costumbre enviar a al personal militar  a calmar la rebelión de los trabajadores.

Para los efectos de esta pequeña reflexión, lo que interesa es poder entender que ese modo de vida tan particular ha desaparecido. Es cierto que existen otras formas de esclavitud solapada, otras actividades extractivas que generan modificaciones en el paisaje, pero lo que ahora está sobre la mesa, es esta: la vida en las salitreras.
El cierre del negocio, significó un vaciamiento del desierto, un éxodo inverso, desde el desierto a las ciudades, hacia los puertos… hacia cualquier lugar fuera de los cantones.  Estas ciudades de adobe y metal, han quedado en el abandono.  Cientos de pequeñas ciudades se van cayendo de a poco, despacio… algunas hasta desaparecer por completo.

Torre de electricidad. Salitrera Chacabuco
Foto Archivo personal



¿Qué pasa tras el abandono?

Lamentablemente la respuesta es: más abandono.  Existen numerosas salitreras a lo largos de Tarapacá y Antofagasta, y con excepción de algunas pocas, entre las cuales se destaca Santa Laura y Humberstone, el resto está casi  a la deriva.

La historia del salitre, es corta temporalmente, pero geográficamente muy extensa y ha marcado a Chile de una manera importante. Lo que hay que preguntarse es por qué el país no tiene un plan de gestión patrimonial para estos sitios históricos, que son tan relevantes para las regiones que los contienen  y que con una adecuada articulación, podrían ser generadores de múltiples beneficios.

No pretendo hacer un plan de gestión ni mucho menos, pero si vale la pena sentarse a reflexionar sobre estos temas, pues hay que analizar varios factores importantes.
Como primer gran tema, podemos decir que estos sitios están en estados de conservación diversos. De algunas salitreras solo que da el cartel que recuerda lo que alguna vez conformó una empresa pujante. Los terremotos, la falta de cualquier tipo de acción, los robos y saqueos de los materiales, han hecho que de algunas oficinas solo quede el recuerdo. Otras, como Chacabuco se encuentran en un estado de conservación mas bien intermedio, en donde algunos sectores se conservan bastante bien y otros sectores derechamente se han caído y sus muros están en el piso. En Chacabuco particularmente se ha conservado muy bien el Teatro y allí se realiza un festival de música anual, lo que ha hecho que se realicen inversiones para su restauración y conservación, no así otros sectores como las casas de los trabajadores o el hospital, cuyas paredes se van deteriorando y consecuentemente colapsando de a poco.

Algunos sectores de casas colapsadas
Foto archivo personal


Me animaría a decir que no hay un catastro al día de hoy, que pueda dar cuenta del estado de conservación de cada una de las salitreras o por lo menos de los cantones, de manera de poder priorizar los sitios de alguna manera ( estado de conservación, importancia histórica, entre otros). Considero que una de las dificultades que involucraría poder hacer un  catastro, radica directamente en que las salitreras, si bien podrían considerarse como nodos o agrupaciones de sitios,  están dispersas en varias regiones, lo que complejiza más aun su manejo y gestión.

En segundo lugar, no hay una articulación de actividades relacionadas a estos sitios históricos que pueda beneficiar a la población local, a través de la organización de un turismo temático por ejemplo, que si bien ha sido criticado, también es cierto que en estas zonas donde hay una concentración del mismo tipo de sitios, puede ser una valiosa herramienta para poder facilitar la gestión de iniciativas privadas. Por otro lado, se debe reconocer que la industria minera ha sido y es la actividad económica preponderante en la zona norte y la crisis que se vive actualmente en esta industria , contribuye a la cesantía de muchas personas que habitan la región, y que no tienen más opciones de generación de ingresos. Por lo tanto, es lógico pensar en que un desarrollo turístico de las regiones en base a estos sitios históricos, es posible de llevar a cabo.
 En tercer lugar, seria extremadamente importante contar con una serie de registros que involucre todas las fuentes de información  y que haga hincapié en los registros orales de las personas que aún pueden dar testimonio de las vivencias. Poder ahondar en la vida cotidiana, en las costumbres, en lo oscuro y lo profundo de la vida entre esas murallas que se constituyen como un laberinto en el medio del desierto. En las revisiones – que confieso no han sido muchas- de bibliografía referente a las salitreras se escribe poco haciendo microhistoria, buscando los detalles de lo cotidiano. ¿Podríamos decir que queremos las copuchas salitreras? Claro que sí, porque en lo cotidiano se definen las personas y empezamos a entender la construcción de los espíritus, porque este patrimonio inmaterial es la cotidianeidad que permitió que miles de personas, cientos de familias, se aglutinaran entre cuatro paredes bajo una lógica de producción que al final del día, parecía ser solo de explotación ( en su sentido más crudo) , por muy marxista que suene.
Dejo hasta aquí, que se ha hecho demasiado largo. Iré desglosando cada uno de estos puntos, para poder desarrollarlos de manera que se pueda, al final, elaborar un marco de acción con los  pasos a seguir que podrían implementarse en este u otro sector que involucre este tipo de patrimonio histórico para su preservación y gestión , ya que esto debe ser encarado de manera  holística, es decir, creando los marcos estratégicos correspondientes a la conservación, conocimiento, protección, difusión, intervención y transferencia, reconociendo y poniendo en valor de esta manera lo que representan las salitreras desde lo cultural, lo histórico y  lo económico.


Estructuras colapsadas
Foto archivo personal


Parte de las estructuras de las casas de los trabajadores
Foto archivo personal

Vista general desde el Teatro
Foto Archivo personal





















[1] Cantón de Bolivia: Oficina Aconcagua, Filomena, Perseveran­cia, Curicó, Piaría, Angamos, Luisis, Candelaria, Anita, Araucana, Aníbal Pinto, Arturo Prat, Agustín Edwards, Cecilia, Leonor, Ausonia, José Santos Ossa, Carmela, Aurelia, Lastenia, Francisco Puelma, Celia, Carlos Condell, Sargento Aldea, Ercilla, Higinio Astoreca, Domeyko, Pissis, Savona y Augusta Victoria.
[4] En Chacabuco, la pulpería era administrada por cuenta de la empresa con Secciones de Tienda, Abarrotes, Panadería y Carnicería. Existía también un Mercado para comercio libre.
[5] http://www.dibam.cl/Recursos/Contenidos%5CMuseo%20Hist%C3%B3rico%20Nacional%5Carchivos%5CFichas%20Salitreras.pdf
[6] ARCES, Eugenio. Las ciudades del cobre: Del campamento de montaña al hotel minero como variaciones de la company town. EURE (Santiago) [online]. 2003, vol.29, n.88 [citado  2015-01-21], pp. 131-148 . Disponible en: <http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0250-71612003008800006&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0250-7161.  http://dx.doi.org/10.4067/S0250-71612003008800006.
[7] “…la habitación consta de una sola pieza de 10 a 15 metros de superficie, sin más comunicación exterior que la pequeña puerta de entrada, sin ventana, sin patio, y frecuentemente habitada por dos o más obreros en común” (Congreso Nacional, 1913: p.223).
[8] http://www.vozdelapampa.com/oficina-salitrera-chacabuco-en-el-recuerdo
[9] AGUIRRE MUNIZAGA, Claudio  y  DIAZ ARAYA, Alberto. El espejismo de los lugares: La construcción del espacio en el desierto tarapaqueño. Huara, siglos XIX-XX. Rev. geogr. Norte Gd. [online]. 2009, n.44 [citado  2015-01-13], pp. 29-48 . Disponible en: <http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-34022009000300002&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0718-3402.  http://dx.doi.org/10.4067/S0718-34022009000300002.

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